En estos días he llorado. Lloré de dolor, de coraje, de impotencia… Lloré porque hay muchas cosas que no entiendo, mucho que no puedo explicar. Lloré por la injusticia, lloré por la indiferencia, lloré por corazones lastimados y por sueños truncados… representados en el cuerpo, sin vida, de un talentoso adolescente.
La noche y el día, el valle y la cima… Pareciera que se necesita uno para apreciar al otro…Probar lo amargo para disfrutar más lo dulce. La felicidad que hace que nuestro corazón palpite tan fuerte que parece explotar, y el dolor profundo que desgarra y deja sin fuerzas para caminar…los dos, son parte de la vida aunque las experiencias de cada uno sean distintas. Una extraña armonía que hace que la vida sea impredecible, que nos saca de la rutina que asfixia y otras veces haga que, francamente, se convierta en algo más de lo que cualquier mortal puede soportar.
Una muerte me dio vida, un sacrificio inexplicable marcó mi destino eterno y sangre derramada declaró que soy amada. El rechazo más grande, me hizo ser aceptada y para sanar mis heridas, con gran dolor sufrió. De una cosa estoy segura, Jesús no es para nada indiferente…
No es la primera vez que lloro y seguramente no será la última. Puede que a mi vida vengan circunstancias en las que la tormenta reine en lugar de la calma. Pero sé en quién he confiado y en Sus brazos está segura mi alma. El que me sostuvo, me sostendrá y Su amor nunca menguará. Esta confianza me da valor para vivir intensamente cada día. He decidido vivir con todo el corazón, honrando con mis días esta Gracia inmerecida. Vivir maravillada, reconociendo que cada momento es un regalo, tener los ojos abiertos para no perderme los detalles. Decir (y mostrar) claro, fuerte y seguido lo mucho que amo a los que amo. Y hacer, con lo que tenga, en la vida de otros diferencia.
Si tenés que llorar, llorá… llorá con todas tus fuerzas. Si estas enojado, molesto o frustado date permiso de sentir esas incómodas emociones, tienen un propósito. Pero no te quedés allí… trae todo a los pies del buen Maestro. Para no vivir por emociones sino por convicciones, sabiendo que TODAS las situaciones, Él puede usarlas para hacernos alguien mejor. Que aún del dolor más grande, puede gemas preciosas formar y darte nuevas maneras para a otros amar…
“Guíame en tu verdad y fidelidad, Enséñame!, porque tu eres el Dios de mi salvación; y en tí pongo mi esperanza todo el día.” Salmo 25:5


Hola Glenda, he estado leyendo su blog, David nos compartió su enlace y se lo agradezco por muchas razones, una de ellas es que a mí también me gusta escribir pero no me he tomado el tiempo para plasmar o expresar mis ideas, al leer su blog se me ha generado más inquietud de la que tenía y espero como usted poder expresar las cosas que a veces tengo muy dentro o simplemente la manera en que observo la vida.
He sentido la emoción con que usted quiere expresar cada tema que escribe. El último tema, me pareció muy profundo, le comparto que a veces he tenido esa sensación de desesperanza ante tantas expresiones negativas del ser humano en la actualidad, he reflexionado muchas veces que como es posible tanta indiferencia ante el dolor del otro; es necesario al menos tener esa sensibilidad que un momento dado se puede convertir en acciones importantes para cambiar el rumbo aunque fuese con un pequeño grano de arena.
Gracias de nuevo y la felicito.
Saludos
Flor López
Me gustaMe gusta
Flor: Gracias por este comentario… Le cuento que, yo, sólo he encontrado en Dios una roca firme para poner mi esperanza, Él es el único que sustenta y nunca cambia. En mi experiencia, Su amor da esperanza y consuelo que no se encuentra de otra forma. Cuando caminamos por la vida tomados de su mano, podemos atrevernos confiadamente a ser de los «locos» que creen que el mundo puede ser un lugar mejor y brillar sabiendo que cuando lo hacemos, lo reflejamos a Él…
Y en cuanto a sus deseos de escribir: wow! No sabía eso de usted. Le animo a que escriba y desarrolle los dones y talentos que Dios le dió. Un fuerte abrazo.
Me gustaMe gusta